Lacan-araña. heraldo de topología

¿Hacia dónde van las aves migratorias?


Texto:

Introducción.

La pulsión

Este congreso tiene un título no oficial que no figura en el cartel: entre nosotros lo llamamos “El congreso de las aves migratorias”. Nació después del 21 de septiembre, cuando en Rusia anunciaron la movilización militar y muchos hombres se apresuraron a huir del país. Con ellos salían volando no solo sus mujeres, sus hijos y sus mascotas sino también las golondrinas, los mirlos y los estorninos.

Simultáneamente en septiembre continuó nuestro seminario de los viernes. Y este año hemos escogido como tema la pulsión de muerte. Ahora en este contexto intentaré formular una pregunta. Quizás podamos darle unas vueltas.

La pulsión de muerte aparece en Más allá del principio de placer. Y en el apartado quinto del mismo texto Freud habla de las aves. Es una coincidencia que le añade una metáfora a la comparación metonímica entre los hombres y las aves.

En este apartado Freud quiere hablar de la significación de la repetición para el ser humano. La repetición que insiste. Por ejemplo, dice, los niños cuando juegan intentan reproducir no solo lo que les ha gustado sino incluso las cosas desagradables. Freud acaba afi rmando que la repetición es la naturaleza de la pulsión. La pulsión es una tendencia — ¿a qué? Es ingenuo pensar, escribe Freud, -y es impresionante- que es una tendencia al desarrollo, al progreso, a algo nuevo. Al contrario, la pulsión es una tendencia a volver allí donde ya has estado. Freud propone sustituir la ilusión de la idea del progreso por una aceptación de la naturaleza conservadora de todo lo vivo.

Las referencias que Freud hace a la biología en este lugar parecen no tanto científi cas como poéticas. Compara la pulsión como arrastre, como empuje, con los peces que suben el río a contracorriente para poner huevos. ¿Hacia dónde se dirigen con tanta insistencia? -pregunta Freud. Hacia allí -responde- donde ya han estado una vez. “Lo mismo pasa -dice- con la peregrinación de las aves migratorias”. ¿Hacia dónde se dirigen? Hacia allí donde ya han estado.

Un ejemplo de la repetición

Así, muchas personas se han ido. Esta situación tiene dos aspectos. Por un lado, algo extraordinario está pasando, una guerra. Por otro lado, es que ¿le puede pasar algo nuevo a un ser humano? Esta es justamente la pregunta que me llama la atención.

Si se trata de las circunstancias exteriores, entonces claramente sí, puede. Cosas más variadas pueden pasar. Pero ¿cómo se manifi estan en el habla? Por ejemplo, un hombre dice: “Cuando me divorciaba, me iba, y ahora otra vez.” Y al llegar al nuevo lugar, dijo: “Qué extraño, es como si ya hubiera estado aquí una vez, parece un recuerdo de la niñez.”

Freud escribe que, a diferencia de los niños, que quieren escuchar la misma historia una y otra vez, para los adultos una broma al repetirse ya pierde la gracia. A la vez podríamos afi rmar lo contrario: si de repente resulta que algo se ha repetido, a veces puede parecer gracioso.

He aquí otro ejemplo: un joven que ha tenido que emigrar a causa de la guerra. Han pasado unos meses desde que se fue, nos llamamos y dice: “¿Ud. pensará que le voy a contar las noticias, lo mucho que ha cambiado todo? Se va a sorprender pero me gustaría explicarle que he descubierto con asombro que todo permanece como antes.” Cuando dice esto, se refiere al hecho de que de repente se vuelve a encontrar en una situación de la que a menudo hablábamos antes de su partida. Es una persona a quien le cuesta descansar. Para él, llegar a concluir un trabajo es como llegar a tocar el horizonte. Y ahora que se encuentra en otro país, alrededor suyo todo es diferente, pero está en el mismo estado: tiene que trabajar muchísimo.

Suena gracioso: algo debería ser absolutamente nuevo però permanece igual. Algo se ha repetido, pero esta no es exactamente la repetición que nos interesa. De la misma manera como los pacientes a veces le dicen al analista: “Llego tarde aquí porque en general llego tarde, a cualquier lugar.” No es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de la repetición que se revela en la transferencia.

Es más, el paciente nota, aunque con tristeza, que hay cierta diferencia. El trabajo ya no le da satisfacción. Antes buscaba éxito y ahora siempre está, en sus palabras, en el modo damage control. Tiene que asegurarse de que las cosas no lleguen a colapsar de una vez por todas. Y esto no le da placer. Parece que con este trabajo no se obtiene ningún premio. Por ejemplo, el dinero que ganas, es el que se necesita para cubrir los gastos, para ir a cero.

Recuerda que no es la primera vez que ha emigrado. Cuando tenía 6 años, la situación en el país donde vivía su familia se puso peligrosa y tuvieron que irse. Además la partida fue tal que un tiempo pasaron, según un dicho ruso, “sobre las maletas” (preparados para salir de viaje en cualquier momento). Es decir, lo pasaron en una espera cuando la vida ya no era como antes pero todavía no acababa de cambiar.

Sobre este tiempo cuenta que su padre y él tenían la costumbre de comprar cada semana una cierta revista infantil con tareas para niños. Un día llega el momento de comprar la revista pero no van a buscarla. Entonces se da cuenta de que algo ha cambiado, algo se ha trastornado. Le parece que hasta aquel momento había vivido una vida llena de placeres, iba a la playa, leía su revista. Luego llegó este acontecimiento, la partida forzada, la revista infantil convirtiéndose en signo metonímico de aquélla. Después, cree, su vida cambió, se fueron, empezó la escuela, ya tenía que pensar en el éxito e incluso se prometió que si algo volvía a pasar, ya estaría preparado. Como si su padre no lo hubuiera estado. Pero él sí, él tenía que adquirir conocimientos, éxito, ganar bien para -si algo pasaba- poder solucionarlo todo.

Y he aquí el acontecimiento dos. Vuelve a empezar la guerra y él de nuevo se ve obligado a irse, unos veinte años más tarde. A estas alturas, efectivamente, ya tiene algunos conocimientos, una profesión, dinero, contactos. Es rápido en evaluar la situación y hacer planes, uno podría decir que está completamente preparado. Soluciona todos los problemas, encuentra el dinero, puede con todo. Y cuando ya tiene todo listo piensa que debería llevar comida para el perro, para que tenga qué comer hasta que no encuentren un pienso bueno en el lugar nuevo. A la vez se siente muy cansado y pide a su novia que se ocupe ella. No hay problema, ella lo hace. Se van y todo les sale más o menos bien pero no deja de pensar que algo ha hecho mal, que no estaba del todo preparado, que podría haberlo hecho mejor. Y dice: “Es la comida del perro”. Una pequeña debilidad.

Notamos que hay un acontecimiento inesperado en su vida, la guerra, la movilización, tiene que irse rápido. Inmediatamente recuerda que ya había tenido que irse antes. Pero entonces era niño, y ahora ocupa el lugar de aquel que actúa, el lugar que ocupaba el padre. Y estando en este lugar hace una cosa, muy pequeña, casi pasa inadvertida: es como si hiciera no todo. Por un lado, como su padre, no compra, por otro, ha pensado en todo. Sin embargo no está contento. Como si fuera un error. El error se ha repetido. Y aquí nos podemos hacer la pregunta que en su texto hace Freud: “¿Para qué repetir lo desagradable?”

Por supuesto, ha sido algo sorprendente para él mismo, ese recuerdo y el hecho de que aquello de lo que se trataba cuando se iba del país era el fallo de su padre.

La transferencia

Es un pequeño ejemplo de la repetición. A la vez podemos recordar que la repetición que le interesa a Freud en Más allá del principio de placer es la que surge en análisis. Es la transferencia. En este contexto lo que Freud dice sobre lo ilusorio del progreso se referiría al psicoanálisis. Ya que cuando uno viene a un analista, quiere cambiar su vida, incluso demanda esos cambios. No obstante ¿qué es lo que descubren los analistas? Descubren que a pesar de esta demanda de cambios el paciente se encaminará allí donde ya ha estado. Esta tendencia es lo que en su texto Freud va a denominar “resistencia”.

Entonces la pregunta si a uno le puede pasar algo nuevo también es una pregunta sobre el psicoanálisis. El análisis ocupa el lugar de lo nuevo en relación a la naturaleza conservadora de las pulsiones.

Hace poco Sasha me explicó que en el Libro de los cambios se distinguen dos tipos de cambios: los que cambian algo y los que no cambian nada. Se podría pensar que la repetición freudiana es el cambio que no cambia nada. Las aves van migrando pero solo sirve para que nada cambie. A veces así se habla del despertar: que se despierta para seguir durmiendo justamente en el momento cuando algo podría ser revelado en el sueño.

Hace poco Sasha me explicó que en el Libro de los cambios se distinguen dos tipos de cambios: los que cambian algo y los que no cambian nada. Se podría pensar que la repetición freudiana es el cambio que no cambia nada. Las aves van migrando pero solo sirve para que nada cambie. A veces así se habla del despertar: que se despierta para seguir durmiendo justamente en el momento cuando algo podría ser revelado en el sueño.

Mal entendido, este no-actuar puede convertir el psicoanálisis en una suerte de ideología idealista, cuando la consciencia define la existencia: cámbiate a ti mismo y el mundo alrededor tuyo se cambiará.

En otras palabras, quiero decir que si bien lo no recordado se reproduce en acto, como leemos en Freud, esto no signifi ca que si dejas de actuar algo se recordará.

Esa dicotomía entre el acto y el recuerdo que aparece en el texto de Freud va así: en lugar de producir un recuerdo en análisis, el sujeto produce un acto. El analista le quisiera decir: ¡no actúes, recuerda! Sin embargo el acto o el presente es un recuerdo futuro, por eso ahora el acto es como un agujero que uno no percibe ya que está dentro de él. La repetición en Freud es opuesta al recuerdo. La repetición es un recuerdo futuro. Así, la distinción entre lo intrínseco y lo extrínseco se ha proyectado sobre el eje del tiempo.